Es un día gris, frío,
parece que el cielo, de roca pura,
Se va a estrellar.
Miro por la ventana y
solo veo melancolía,
A lo lejos, allá en el
horizonte,
Tan solo vuelan hoy los
recuerdos.
Recordar los días de
fotos amarillas que ahora se deshacen en gotas de lluvia, y que no son más que
arañazos en la tela del olvido.
¿A quién puede gustarle
una tarde de lluvia?
Al fin y al cabo, en una
tarde de lluvia…
una manta de cuadros
rojos, unos calcetines de lana,
una película de esas en
las que se ríe y se llora a la vez,
y un gran bol de
palomitas.
Una tarde de lluvia, y,
entre confidencias,
el primer sorbo de un
café bien caliente, humeante,
un sabor amargo que
endulza las vivencias compartidas
un sabor fuerte, como la
complicidad de dos vidas.
Una tarde de lluvia, y
perderse entre las sábanas de un colchón dormido
Creando con cada caricia
de tu cuerpo nuevos deseos
Tejiendo de aromas y
sabores las locuras del recuerdo
Cuatro manos,
Tres suspiros,
Dos bocas
Un latido…
Una tarde de lluvia…
¿y a quién no le gusta una
tarde de lluvia?
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