Aquí empieza esta nueva aventura que me llevará a compartir aquellos momentos, ordinarios y extraordinarios, que forman eso que llamamos "vida".
Y como en toda buena historia, lo primero es conocer al protagonista: soy un caracol, sí, sí, ya sé que puede sonar extraño pero eso es lo que soy, UN CARACOL, aunque bien es cierto que no nací así, y que no entraba mis planes, los avatares del destino, los astros o los magníficos señores que llevaban el sistema educativo me han convertido en un caracol.
Y es que resulta que tras miles de años de evolución hemos vuelto al nomadismo, ingrediente esencial de la vida del interino. La cuestión es que hay un compromiso ímplicito que aceptas sin saber cuando decides (en un momento de enajenación mental, si no, no se explica) dedicarte a la docencia, que es el de ir siempre con la casa a cuestas. Debe estar en la letra esa pequeña de los contratatos que nadie lee, porque si no no me explico como nos engañan para vivir así, recorriendo pueblos y ciudades cual folclórica en galas de verano, con más trastos que la Piquer.
Es cierto que no todo es negativo, en caso de no prósperar en este maravilloso mundo de la educación, uno siempre se puede montar un circuito turístico de "conoce tu comunidad: guía de institutos, cantinas y cafeterías". Pero digo yo que si eso es así, podrían poner asignaturas más reales en la carrera como por ejemplo "preparación y ordenación de maleta", "teorías físicas sobre el peso adecuado de una maleta", "utensilios del arrendatario:¿utilizar o comprar en ikea? o"preparación física para dormir en un colchón de muelles".
En fin, que, de nuevo, y con la casa a cuestas, ha comenzado una nueva adaptación que de momento tiene muy buena pinta y es que la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida y a veces, solo a veces, son maravillosas.
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