Volver
con la frente marchita
las nieves del tiempo
platearon mi sien.
con la frente marchita
las nieves del tiempo
platearon mi sien.
Siempre me ha gustado esta canción del gran Gardel, y es que, la vida, o al menos la de los caracoles interinos, es un continuo volver.
Con el curso terminado, he vuelto a casa, y a pesar de ser mi casa, y de tener ganas de volver, después de haber compartido piso y habitación durante meses con compañeras de trabajo y amigas (mis queridas I. y S.), ahora me parece especialmente vacía.
Otra vez toca volver a ordenar las cosas, habituarse de nuevo a la cama propia, a clasificar, seleccionar y descartar tooooodos los papeles y documentos acumulados durante el curso, etc.
Y de aquí nada habrá que volver a habituarse a un nuevo centro, nuevos compañeros, nuevos lugares, y probablemente nueva ciudad. Y es que, pasa el tiempo, y cuando uno mira a trás se da cuenta de todos los compañeros que se han ido quedando por el camino.
Llegas nuevo a un centro, conoces a gente con la que convives y trabajas durante, al menos, un año y después, cada uno vuelve a su realidad, y aunque uno intenta mantener el contacto, con el tiempo cada uno sigue su camino y la amistad, que en un momento parecía eterna, se reduce a alguna comida o algún mensajito, suerte que ahora con el whatsapp todo es más fácil.
Y a pesar de los años que llevo en esto, no logro habituarme a las despedidas de cada año, decir adiós a quiénes han sido tus amigos, compañeros, alumnos... a volver a hacer las maletas cada año, y con la casa a cuestas, recordar que eres un caracol.
Aunque también es cierto que los buenos momentos vividos, quedarán ahí, en ese lugar donde las polillas del paso del tiempo no tienen acceso, y que formarán parte el día de mañana de nuestras mejores historias para contar: "cuando yo estuve en Calpe..."
Así que ahora, en la complicidad de la noche, voy a pedir un deseo: VOLVER, volver a encontraros de nuevo en alguna parte de este camino, la vida.
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